EL LOCO DE LA MOTOSIERRA

Alberto Pérez Carbonell.-

Siempre me pregunté cómo un país tan culto como Argentina -al menos yo lo considero así- puede producir presidentes de su República tan perturbadores. Me viene a la memoria los componentes de aquella famosa Junta Militar de Gobierno, con Jorge Videla como cabeza visible, con aquella mirada inquietante y sus manos temblorosas. Incluso Juan Domingo Perón y su «movimiento justicialista» me pareció un personaje un tanto siniestro, a pesar de formar un tándem glorioso con su amada y populista Evita, tan querida por los argentinos.

Con cinco premios Nobel y un importante acervo cultural, los espíritus de sus figuras más relevantes deben estremecer de vergüenza en sus tumbas. Me imagino las lágrimas de Ernesto Sábato o Alejandra Pizarnik, de Abelardo Castillo o Jorge Luís Borges y tantos otros al contemplar a la bestia parda de Milei. Y las comparto.

¿ Se puede ser licenciado en economía y ejercer al mismo tiempo de neonazi? Milei nos demuestra que si, que una cosa es la cultura y otra la formación profesional que cada uno tenga. Que una cosa es pasar por la universidad y otra asimilar el espíritu universitario, tan lejos -en teoría- de la bestialidad de algunos. Y en casos como el de Milei, uno se pregunta si es tan difícil fusionar el talento -si se tiene- con el talante. No me atrevo a responder. Pero, de ser posible tal comunión, sería la cuadratura del círculo. Un salto cualitativo sin precedentes para la mayoría de los mortales, tan acostumbrados a ver en la universidad un manantial de aguas medicinales para todo tipo de coces asnales. Incluyamos, por favor, al sufrido pueblo argentino, que hoy votaba a Milei y al día siguiente se rasgada las vestiduras. Todo un ejemplo de cómo se debe meditar el voto en unas elecciones.

Desde su castillo de Camelot, el rey Arturo, icono indiscutible de la mitología británica, blandía su famosa espada Excalibur, aquella que arrancó de una roca cuando no había un dios que lo hiciera. Y para gloria de Inglaterra y desgracia de sajones y sajonas, el bueno de Arturo anduvo dando espadazos por todo el reino. Bueno, cada uno se entretiene como puede. Nada que objetar. Atizar al prójimo con una espada con pedigrí debe tener su aquél. Milei, sin embargo, prefirió en su momento alzarse con una motosierra. Cuestión de gustos o de sentido práctico. Debe ser mucho más sencillo entrar en una ferretería y comprar uno de esos artilugios, que buscar por toda la pampa Argentina un pedrusco con una espada incrustrada. Y el presidente argentino se decidió en aquella época por lo fácil. Y por lo ruidoso. Y de gran efecto, sin duda. No se puede negar que a sus cara de nazi desatado le va mucho más la puesta en escena de la «Matanza de Texas», con aquél asesino enmascarado llamado Leatherfade, que tanto disfrutaba cortando cabezas, troncos y extremidades en aquella sanguinolenta película.

Abascal debe pensar lo mismo: más vale cabeza cortada que cabeza pensante, aunque sus seguidores ignoren donde tienen la suya. Y ahí le hemo visto en el aquelarre de Vista Alegre, agradeciendo la visita de su colega argentino, acariciando la idea de ver un día a VOX al mando de una nueva «cruzada» contra los rojos hispanos. O quizás prefiera «Santi» los fusilamientos al amanecer, tan llenos de poesía para las brigadas fascistas de aquella terrorífica historia nuestra, no tan lejana.

A todo esto, ¿ qué dice el «moderado» señor Feijóo y su cohorte de falangistas eméritos? Bueno, ha venido a decir que está por encima de unos y otros. Al margen. Flotando en una burbuja de pureza celestial. ¿ Se ha olvidado de su apéndice VOX y la ayuda que le presta semejante muladar? ¿ Va a condenar el aquelarre o no? Si es tan demócrata como dice, ya está tardando en poner en su sitio al neonazi Abascal en su precampaña a las europeas. En el caso, claro está, que Aznar y Ayuso se lo permitan, cosa que dudo.

Mientras tanto, se aplaza el juicio contra el novio de Ayuso. ¿ Dónde he visto yo antes esa película?