¿REFLEXIONAR? SÍ, PERO QUIÉNES, DÓNDE Y PARA QUÉ.

Rafael Valera.-

Nuestra sociedad vive en “aceleración continua”, todo son prisas, también en la política, y, claro está, las reflexiones se ven afectadas por la “aceleración”, por las prisas. No parece que haya tiempo para hacerlo con sosiego, con la calma que requiere analizar las cosas en profundidad, intentar encontrar aquellos aspectos que nos proponemos mejorar y pensar en las soluciones que debemos proponer para lograr esas mejoras.

Tan es así, me refiero a la “aceleración”, que unas elecciones –las europeas- celebradas hace escasamente diez días, nos parecen que fueron hace meses. Y no, solo han pasado unos días.

Por eso, creo, que muchos de los análisis que se han publicado sobre los efectos de esas elecciones, sobre las causas que han originado sus resultados y los efectos que estos provocarán en el día a día de la política y, por ende, en nuestras vidas, son incompletos.

He leído bastante de los publicados y, sin entrar en el rigor de cada uno, me parecen muy parciales, en el doble sentido del término, por incompletos y por intentar, cada cual, “arrimar el ascua a su sardina”. Veamos algunos aspectos de esos análisis.

1.- El contexto.

Las elecciones al Parlamento Europeo se han planteado en clave nacional y como un plebiscito. Esto es algo en lo que coinciden la gran mayoría de los analistas. No debería haber sido así, pero la maquinaria propagandística de las derechas es demasiado poderosa y ha conseguido que esa idea se instalara como eje de la campaña. Si los resultados han sido los buscados es otra cosa, pero el debate ha sido, primordialmente, sobre dos asuntos nacionales: “La amnistía” y “Begoña Gómez”. Las ideas y propuestas, que las derechas tienen sobre los asuntos europeos no se han expuesto a los votantes. Tan es así que el PP presentó su programa –una especie de “corta y pega” y con errores-, tan solo unos días antes de acudir a las urnas. Un manifiesto de tan solo seis páginas en las que ofrecían, de forma genérica, “80 medidas”, algunas de ellas repetidas en diferentes números.

En cualquier caso, los resultados para el PP no han sido los esperados y ello supone una frustración más para Feijóo y un argumento más para quienes esperan su caída.

¿Fue un acierto aceptar ese formato de debate? Difícil de afirmar sobre si fue un acierto o no. Por las expectativas, con las que partía el PP antes de iniciar la campaña, no parece que puedan estar contentos, pero hay valoraciones para todos los gustos. Tampoco creo que desde el PSOE se esté particularmente satisfecho, entrar en el fango no suele ser algo agradable, pero…

Personalmente prefiero que los debates se centren en los asuntos que afectan a la mayoría social, que se expongan alternativas para hacerles frente y que se busquen acuerdos que consoliden los derechos y libertades, pero soy consciente que estoy equivocado. No van por ahí “los tiros”.

2.- La abstención.

Es, sin duda, un gran problema. Tan solo algo más del 49% del censo electoral ha acudido a las urnas. Como elemento general es correcto calificarlo como problema, pero ¿Es igual de importante el problema, pongamos, por ejemplo, en la ciudad donde resido, en la que la participación no alcanzó el 40%, que en Villaluenga del Rosario (pueblo de la provincia de Cádiz) donde se alcanzó el 65,81% de participación. Es decir, 25 puntos más de participación, o lo que es lo mismo, 25 puntos menos de abstención. Pero si profundizamos algo más, habría que ver el porqué de las diferencias de participación entre unos barrios y otros dentro de una misma ciudad.

Igual podríamos comparar provincias, siguiendo con la de Cádiz, participación, 39,82%. Valladolid, 58,87%. Casi 20 puntos de diferencia. La comparación entre CC.AA. se mueve por el mismo patrón, grandes diferencias entre unas y otras.

Hay estudios que mantienen una elevada abstención de los jóvenes, pero ¿En todo sitio ha sido igual? Es evidente que no.

¿Podemos, realmente, uniformar el problema de la abstención, cuando existen estas enormes diferencias entre unas zonas y otras? ¿Podríamos afirmar que los problemas que afectan a los castellano-leoneses (44,53% de abstención) son muy diferentes de los que afectan a los andaluces (54,70% de abstención)? ¿Por qué, entonces, esas importantes diferencias en la participación?

En mi opinión, generalizar las causas que afectan a la abstención es un error. Primero, porque no existe una sola causa, sino que son múltiples y variadas. Por ello, aunque pueda existir alguna que sea de carácter general, no podemos aislar las causas intrínsecas a cada lugar, como si no existieran, para encuadrarlas de manera uniforme en unas “causas generales”. Y aquí, se me ocurre la primera reflexión. ¿Tendrá algo que ver con la abstención, la fortaleza o debilidad de las organizaciones políticas de la izquierda en cada lugar? No lo afirmo, solo planteo esa reflexión.

3.- La izquierda debe reflexionar.

Esta es otras de las frases que más he leído en estos días y no puedo estar más de acuerdo. Pero me surgen las dudas cuando no se explicita sobre qué debe reflexionar, hacia dónde se deben dirigirse los análisis para que las conclusiones de esa reflexión se encuadren en objetivos que permitan recuperar terreno político-electoral. Y es ahí, he de decirlo con cierto pesar, donde no encuentro las “alternativas clarividentes” que, se supone, estos sesudos analistas deben ofrecer. Porque, pongamos un ejemplo,

¿Qué pensaríamos de un médico que mira a un paciente y le dice que tiene mala cara, que su salud no es buena y que debe cuidarse, pero ni le hace un reconocimiento profundo, ni lo envía a un especialista, ni le prescribe una terapia para afrontar la situación? Convendremos todos/as que el médico no es de fiar.

Pero claro, si llevamos años oyendo dislates en las tertulias, argumentaciones basadas titulares nocivos, en “lugares comunes”, es rumores y en insidias que avergüenza a cualquier persona decente, con el solo objetivo de desacreditar a un gobierno, más concretamente a su presidente, no cabe más que pensar que realmente no se está pretendiendo que la izquierda reflexione para corregir los errores, se está pretendiendo que la izquierda se fraccione aún más de lo que está.

¿Significa esto, o puede servir de excusa para que la izquierda no reflexione de manera autocrítica?

De ninguna manera. La izquierda –o si se quiere, las izquierdas- debe reflexionar sobre los motivos por los que no es capaz de hacer llegar su mensaje a una parte importante del electorado.

Debe reflexionar sobre el porqué no rentabiliza su buena gestión de gobierno y, también debe hacerlo, sobre porqué es incapaz de anteponer lo que separa a las distintas organizaciones, en vez de poner en valor lo que las une.

Pero si se me pidiera definir el asunto que más debilita la acción política de la izquierda, no tendría duda en señalar el que, en mi opinión, es su “talón de Aquiles”: “La debilidad organizativa”, entendiendo esta, también, como presencia institucional.

No voy a entrar en qué debe hacer esa izquierda que prefiere ser “siempre diferente” aunque sea para resaltar lo negativo. Pero no hace falta ser un “gran analista” para ver que, sin una organización territorial fuerte, es harto complicado llegar al electorado. Basar un proyecto político en efímeros “liderazgos personales” se ha demostrado ineficaz y condenado al fracaso. Si aún no son conscientes de ello y que la división es letal, mal lo llevan. La propia campaña de las dos opciones de esa izquierda (Sumar y Podemos) ha sido, en mi opinión, una llamada a la abstención.

Por ello, me voy a centrar en algunas reflexiones que, siempre bajo mi punto de vista, deberíamos hacer los socialistas.

La primera es un análisis a fondo de las causas que nos han permitido ganar en Cataluña ¡Con la que está cayendo!, en dos de las tres provincias del País Vasco, en Navarra y en las islas Canarias. ¿Qué han hecho bien esas estructuras territoriales, que no han sabido hacer en otras zonas de España? ¿Hasta qué punto, nuestros cargos institucionales, en todos los lugares, han puesto toda la carne en el asador para defender las posiciones del Gobierno y las del propio PSOE? Y, finalmente, ¿Cuál es la causa por la que la militancia socialista no está “armada” argumentalmente sobre la gestión del Gobierno, sobre las decisiones que toma y sobre el objetivo de sus proyectos?

Porque, es evidente, no podemos estar esperanzados en que la buena gestión del Gobierno de España llegue a la ciudadanía a través de los medios de comunicación. Ese es un terreno perdido –la mayoría en manos de las derechas y beligerantes contra el gobierno y, algunas excepciones, de medios con menos alcance que intenta hacerse ver en medio de esa jauría-, por ello nuestros dirigentes, nuestros cargos institucionales, no pueden estar a “verlas venir”, sino que han de recorrer las agrupaciones locales, han de contactar con la militancia y con la ciudadanía para trasladar lo que hacemos y por qué lo hacemos. Y nuestra militancia, armada argumentalmente, ha de estar conectada con la ciudadanía para poder defender lo que hacemos, para dar a conocer la gestión del Gobierno y defenderla.

Finalizo, la izquierda debe estar incrustada en el tejido social para que sus mensajes lleguen y calen. Siempre fue así y, hoy, sigue siéndolo, aunque los métodos para llegar a la sociedad sean, ahora, diferentes y más numerosos. Pero cualquier método para llegar a la ciudadanía no resulta eficaz si no se cuenta con una organización territorial que avale y respalde esa acción política.

Por ello, bueno sería que una vez realizados con profundidad los análisis de los resultados territorializados, se llevaran a cabo los cambios necesarios, organizativos y de liderazgos, si es que fueran oportunos, para consolidar aquellas estructuras que se han demostrado ineficientes.

Liderar una organización como el PSOE, a cualquier nivel, requiere de capacidad, entrega y generosidad para con un proyecto que rebasa cualquier interés particular por legítimo que este sea.