PELAHUSTÁN, UN LUGAR PARA DISFRUTAR

Uno de los recorridos por la provincia de Toledo nos lleva a Pelahustán, pueblo de poco más de trescientos habitantes, limita con las provincias de Madrid y  Ávila, o lo  mismo que decir, con las comunidades autónomas de Madrid y Castilla y León, un rincón junto a la Sierra de San Vicente que no dejará a nadie que lo visite, o se establezca en él indiferente.

Sus montes, sus arroyos, su fauna, su flora, sus valles, sus casas, sus caminos, son lugares que dan gozo a las  pupilas de los ojos cuando los  observas y recorres sin escatimar tiempo para ello, sin precipitarse, haciéndolo con paciencia, descansando cuando apetezca en la infinidad de lugares que se pueden encontrar, por ejemplo,  debajo de una encina en pleno verano,  que te ofrecerá una sombra agradable, más completa si al lado tienes una fuente en la que te puedas refrescar, porque  Pelahustán, es tierra de pequeñas fuentes; así me dispongo a hacer un recorrido por sus campos y  casco urbano.

Lo iniciamos en la parte este de la Sierra de San Vicente, desde allí viajaremos en una especie de  circunferencia que nos volverá a llevar nuevamente al punto de partida.

Encontramos en primer lugar las llanuras de Navalacruz, tierras de propietarios de ambos pueblos, el Real de San Vicente y Pelahustán, con sus encinas, enebros, retamas, tomillos, finos pastos para el ganado vacuno, y  sus pequeños regatos que acaban en el arroyo del Regajón, donde antiguamente iban a  hacer la colada las lavanderas que permanecían  el día allí, recogiendo sus prendas por la tarde ya secas.

Siguiendo la ruta llegamos al Cerro del Águila, cubierto por una  espesa capa de arboleda en el que también crecen las madroñeras, tuvo su historia en la Guerra Civil, en él  estaba destacado uno de los bandos. Antes de llegar al Cerro del Águila pasaremos al lado del Cerro Juan Díaz y la loma de la Hoya, donde crecen algunos olivos que se extienden  a  la ladera del Cerro del Águila a la vez que un pequeño arroyuelo discurre por ese valle que acabará desembocando en otro mayor  dando vida a las praderas de la Nava, junto al casco urbano  en las estribaciones del Cerro del Águila.

Desde el Cerro Juan Díaz, nos posicionamos dirección  norte, por la loma de La Hoya que nos llevará a  Las Parideras, pequeña cordillera a unos quinientos metros del casco urbano, auténtica delicia a la vista de los lugareños en cualquier época del año, con su flora, su fauna  y el discurrir de arroyos, uno en el extremo más hacia el oeste y otro más al norte, el primero aprovechado antiguamente por lavanderas, ambos pasan por los extremos del pueblo, el primero zona oeste y el segundo zona este.

Detrás de Las Parideras, el  valle de Navalpoyo, con abundantes praderas, y cerrando el  valle, el Cerro de Navarrosal que da continuidad a la Sierra de la Higuera, la de mayor altitud, su cima nos recrea la vista del valle del río Tiétar en la provincia de Ávila, sierra que lleva en sus entrañas  la famosa fuente del Canalón, de agua fina y que dando continuidad al camino en el que está se llega al Canto (piedra) de las Tres Provincias, así llamado por los habitantes de Pelahustán, termina esta sierra en el Encinar de La Parra, finca   perteneciente a Cenicientos, municipio de la Comunidad de Madrid.

Delante de la Sierra de la Higuera,  caminando  hacia el este, nos da la bienvenida  el Cerro Sastre junto a la Somadilla, así llamada porque es un alto que da vista al pueblo viniendo desde Madrid, lugar para no pasar por alto,  y detrás   el llano del Bonal y el valle del El Helechal, todo recorrido por el arroyo de La Parra, también llamado Navalaviga, el mayor de todos, que atraviesa El Cordel de Merinas,  dicho cordel une la Cañada Leonesa  Oriental  y la Cañada Segoviana, el arroyo desembocará en el Rio Alberche, afluente del Tajo, cerrando este valle El Berrocal, sierra perteneciente a Nombela, en la que se explotó una mina de uranio.

Si nos posicionamos detrás de la Somadilla en la parte este   dirección Madrid, encontramos la dehesa de Navafrades, perteneciente al Ayuntamiento, junto a ella, en una finca particular, se pueden visitar varias tumbas visigodas, a la vez  la dehesa  nos ofrece agua abundante en un pequeño caño, y entre montículos llegamos  al Cerro Navacil que  parece alma gemela  del Cerro del Águila, situándose en el otro de los bandos de la Guerra Civil, uno está frente al otro, separados por una distancia de  tres kilómetros en línea recta.

El recorrido anterior está lleno de montes y pequeñas lomas; a partir de las estribaciones del Cerro Navacil nos adentramos en la parte sur,  diferente al resto, más llana,  salvo pequeñas lomas, carece de montes a destacar, pero eso no la quita belleza, con abundante flora y fauna, damos vista al arroyo del Regajón, en el que recordamos las lavanderas hacían la colada, volvemos a pasar por el  Cordel de Merinas y así terminamos en las estribaciones de la Sierra de San Vicente, habiendo dejado atrás pequeños montículos, algunos cercanos al pueblo como El Terrero; así acabamos  delimitando el término de Pelahustán, algo que entiendo necesario, saber de qué marco disponemos para aportar soluciones.

Hemos hablado de riqueza forestal, de fauna y  paisaje, lo que da pie a cómo aprovechar estas potencialidades, y no cabe duda de que la flora es  ideal para mantener una serie de colmenas y producir miel de calidad, nada nuevo, pues en otros tiempos fue muy aprovechada por apicultores que establecían sus colmenas en lugares delimitados para  compaginarlo  con la ganadería.

La limpieza de caminos, fundamental para crear rutas que sean perfectamente transitables para fomentar el senderismo; se pueden crear  varias rutas, que no son de mucha dificultad,  tan vistosas que  nadie quedaría insatisfecho al realizarlas, y su diseño  por el norte, sur, este y oeste, cualquiera de los puntos cardinales es apropiado para crearlas, estableciéndose como mínimo ocho, sin apenas entorpecer a nadie, siempre y cuando se hayan limpiado, como es debido, todos los caminos  y arroyos  sin perjuicio para ganaderos, rutas que se podrán hacer a pie, en burro, a caballo y algunas en bicicleta, tanto diurnas como nocturnas, y para potenciarlas el Ayuntamiento deberá recuperar todas las fuentes y abrevaderos existentes, adecuarlos y facilitar lugares para quienes quieran  acampar con sus tiendas.

Limpiar  montes, caminos y arroyos,  debe hacerse de  forma coherente y razonada,  en consenso con los propietarios de la cabaña ganadera, base de la riqueza de Pelahustán, y esto servirá  para que en  verano se eviten incendios, y en invierno y días lluviosos poder conseguir que el agua de lluvia se filtre en el terreno creándose un embalse subterráneo para alimento de arroyos y fuentes, así muchas aves anidarán en un bosque que pueda ofrecerles condiciones, la fauna se desarrollará sin dificultades, el turón, el gato montés, la gineta, el águila, la cigüeña, el zorro, lagartos y culebras tendrán su habitad, volverán pájaros que habitaban el campo, la alondra, la tórtola, la abubilla, el pájaro carpintero, el alcotán, la lechuza, el mirlo y decenas que desaparecieron, y en la noche se podrá oír al cárabo, y tal vez en las tierras altas del norte acudirán algunos quebrantahuesos, creándose un hábitat cuyo  equilibrio  sería regulado por los mismos moradores.

Pelahustán, donde antiguamente se aprovechaban la cantidad de morales existentes,  comida  para los gusanos de seda que se criaban en muchas casas y  se llevaban a Talavera de la Reina para su venta, el lino,  y en tiempos más recientes  viñedos que daban vida a decenas de bodegas  en las que  se elaboraba vino de  calidad,  ahora desaparecido todo esto  procede no olvidarlo para buscar vías alternativas que lo puedan sustituir.

Pelahustán, jardín viviente, que como todo jardín debe cuidarse para   gozo de sus habitantes y visitantes, pero Pelahustán  no solo es su  paisaje, es mucho más, es un casco urbano en el que la piedra abundante era un valor para la construcción de viviendas, así lo vemos  en un paseo por sus calles; la iglesia de piedra de sillería,  casas de piedra construidas por gentes  que la  trabajaban a la perfección, un ejemplo,  la casa llamada de las Ojedas junto al Prado Redondo, y en sus inmediaciones el cuartel de la Guardia Civil, de piedra menos elaborada,  a esto añadimos otros edificios, verdaderas obras de arte, construidos por los picapedreros y albañiles de la época, tres caños con agua fresca, el de Allá, el de Enmedio y el del Prado Redondo.

Apenas queda testimonio de las pilas de piedra para lavar la ropa, existe un lavadero  en el Prado Redondo, al igual que el único burro de errar que así se le llama por estas tierras, pero lo gracioso es que en ellos, había dos, ni se erraban burros, ni caballos, ni mulas, se erraban vacas y algunos bueyes que había,  aprovechados para tirar de los carros que llevaban la mies a las eras y la uva de los viñedos a las bodegas.

Pelahustán, sus plazas, su calles, su casas típicas, sus montes, sus valles,   un lugar del que tienen que estar orgullosos sus habitantes de esto y de gentes distinguidas que llevaron y llevan su nombre por todos los lugares del mundo, como  Sixto Ríos, padre de la estadística en España, el Padre Ramiro,  sacerdote que trabajó en Brasil en los lugares más necesitados, murió de manera que nadie quisiera, tampoco olvidemos que de un pueblo ganadero   salga un torero como Rafael González Amigo, el fotógrafo Pepe Frisuelos y en siglos pasados, Mateo Pablo Díaz de Lavandero y Martín, funcionario español, ministro de Hacienda durante el reinado de Felipe V.

Si vas a Pelahustán, no eres de allí y quieres pasar unos días, sea primavera, verano, otoño o invierno, en cualquier época del año, encontrarás alicientes suficientes para pasear por sus calles, y sus campos mirando ese paisaje plagado de encinas, enebros, retamas, tomillos,  flores en primavera, arroyos y regatos si la lluvia ha sido generosa, caminos que te distraen,  si los visitas montado a caballo o en bicicleta, doble delicia, esos paseos con una buena compañía en la que la charla sea amena, veras que la vida hay que vivirla en este rincón de la provincia de Toledo, encontrarás un ambiente sano, en el que se respira aire puro, y si te apetece contemplar una noche estrellada vete a los montes de la zona norte, planta tu tienda, y verás brillar las luces de multitud de pueblos de la provincia de Toledo en una paz que no tiene precio.

Hablando de fiestas, el 29 de abril  feria del ganado, el tres de mayo la Cruz de Mayo, también llamado el Cristo Chico y el 14 de septiembre el Cristo de la Esperanza que despierta gran devoción en  La Puebla de Montalbán (Toledo) donde se cuenta obró  milagros.

Pelahustán, antiguamente llamado Pelafustán, tierra de caza de los duques de Escalona, en la que  se pelaba el vestido de quienes llevaban esa tela llamada fustán, de ahí el nombre, con su   rollo de justicia de 1635   de piedra, también se les ha llamado pelagatos a sus habitantes que significa “persona insignificante o mediocre, sin posición social o económica” algo a desmentir, por mi parte, porque jamás fue un pueblo que pidió por necesidad, siempre tuvo algo para vivir, la caza, pequeñas posesiones, cada cual su casa, cierto que no grandes terratenientes,  pero gente trabajadora.

Hay que mirar hacia sitios como Pelahustán, desarrollar sus capacidades ambientales, agricultura selectiva, ganadería, y sobre todo, el turístico con  sus caminos, arroyos, regatos, fuentes, montes, valles, flores, fauna, un lugar para respirar tranquilidad, para vivir, para que las administraciones tengan en cuenta y faciliten el poder ir al médico, a la compra, desarrollar su cultura, su educación, y facilitar al máximo que nadie se encuentre marginado.

Para poner en valor todo lo anterior era necesario saber cómo son sus tierras, como  el pasado, como sus casas, como se vivía,  sus riquezas,  como se trabajaba, y sabiendo de dónde venimos se podrá sustituir todo aquello con lo que procede en la actualidad, y esta nos dice que transformando lo antiguo en lo nuevo, con  nuevas herramientas, que nos ofrece el progreso se alcanzarán vías adecuadas para abrirse hacia el futuro  buscando campos nuevos para crear riqueza, fijar población que cuide de todo ello,  recuperar  aquello que proceda recuperar, y lo nuevo que se ponga en marcha cuente con las nuevas tecnologías.

Pelahustán a tiro de piedra, a poco más de una hora de Madrid, al que puedes llegar desde la capital por la autovía A5 hasta Maqueda, desviación  Escalona, Nombela y terminas en Pelahustán, o bien,  por otra ruta que te llevará bordeando la Sierra de Gredos  al Sotillo de la Adrada, Higuera de las Dueñas dirección Real de San Vicente y antes desviación a la izquierda que te llevará a tu destino, una ruta en coche  amena donde las haya, más larga pero entretenida, y nunca olvidemos que estás a una hora de Toledo y media  de Talavera de la Reina, y lo más importante, si quieres vivir en el pueblo encontrarás la casa que no tienes en otros lugares, y si teletrabajas dispones de lo necesario para ello.

Se podría hablar mucho de ese jardín que es Pelahustán, pero no veo oportuno terminar sin dar un paseo por su casco urbano, visitando, su caños, lavaderos, abrevaderos,  plazas,  iglesia, ermita, su rollo de justicia, las casas de piedra de sillería, su burro de errar, su embarcadero de ganado vacuno, sus calles, biblioteca, centro cultural, y con el tiempo un futuro museo comarcal necesario para albergar cosas valiosas que existen del pasado y del presente, y también hago un llamamiento al Ayuntamiento con el fin de  que este de las máximas facilidades para quien quiera adquirir una vivienda.

Hay que revitalizar y fomentar estos lugares, ponerlos en valor, y para esa apuesta   hay que tener  en cuenta que en Castilla La Mancha, tenemos una ley  de despoblación,  en la que  encontramos valiosos incentivos para poder establecerse en estos lugares, incentivos para la compra de vivienda, rebaja de impuestos, apuesta por las comunicaciones, la educación y la sanidad…

Todo lo que aquí reflejo, con el fin de poner en valor a Pelahustán se apoya en las vivencias que he tenido a lo largo de la vida en este mi pueblo de nacimiento, que marcaron  mi niñez y juventud, por lo que deseo su pleno desarrollo para las nuevas generaciones aportando mi grano de arena a través de unas propuestas que sirvan para dar vida a este rincón maravilloso de una también maravillosa provincia como Toledo.

ALBERTO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

Nacido en Pelahustán