AQUEL SEPTIEMBRE, EN EL ESCORIAL

Alberto Pérez Carbonell.-

Si tuviéramos algún amigo extranjero interesado en comprender medianamente nuestra actualidad politica, tendríamos que comenzar el relato por la famosa y suntuosa boda de la hija de Aznar. De aquello no hace tanto tiempo, pero sí el suficiente para que podamos perder el hilo de lo que acontece ahora en Génova 13, en la Antigua Casa de Correos, sede del gobierno de la Comunidad de Madrid y en algún que otro espacio más. De otra forma resulta imposible entender, creo yo, el grado de putrefacción que vive hoy el principal partido de la oposición, algo que afecta poderosamente a la vida política nacional y que no la benefia absolutamente en nada.

Independientemente de que aquella boda se le diera el sobrenombre -según ciertos medios de la época- de «la boda de la maldición de El Escorial», por las desgracias que trajo consigo a algunos personajes que fueron invitados al evento, no cabe duda que la propia lista de los más de mil invitados era, por su propia naturaleza, el relato elocuente de lo que iba a ser después la era de Aznar y, por consiguiente, la futura política del PP. Es decir, toda una declaración de intenciones, con nombres, apellidos y sus correspondientes condenas, porque las acciones de muchos de ellos siempre tenían que ver con intentar burlar la justicia para su propio beneficio, costumbre que perdura hasta los «gloriosos» momentos de la Ayuso, su novio y el boceras de Miguel Angel Rodríguez, mentor indiscutible de golfas y golfos de reconocido prestigio.

La cosa pudo empezar con aquél «regalo» de 32.500 euros que la pareja de novios recibió de las arcas de lo que después se conoció como la trama Gürtel. ¿ Fue ese el pistoletazo de salida? Poco importa. El caso es que comenzó a crecer una lista de golfantes que indicaba el nacimiento de una nueva era y una nueva cultura política, que se puede reducir a lo siguiente: en política se viene a robar, mangonear con el tráfico de influencias y obrar con absoluta impunidad. O sea, los pilares fundamentales de cualquier política putrefacta que se precie. Lo demás son pamplinas y, por lo tanto, sobran.

Recordemos que el primero en inaugurar aquél pantano de porquería fue Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid, que sumaba varias causas pendientes: la supuesta estafa de las «preferentes», y los injustificados sobresueldos a sus directivos. Cuando vio venir el marrón, se quitó de de la circulación con un tiro en el pecho. De todas formas, seis años de cárcel le esperaban por el asunto de las famosas tarjetas blak. Lástima.

Siguieron a este caso otros muchos, como recordaremos: Luis Bárcenas, Rato, Camps, El Bigotes, Jaume Matas, Jesús Sepúlveda y Ana Mato ( los del Jaguar en el garaje), Rita Barberá, el rey emérito ( que terminó abdicación poco después) y el mismo Silvio Berlusconi, quien tiempo después acabó siendo condenado a prisión y a inhabilitación pública por -entre otros cargos- incitación a la prostitución infantil e intento de soborno a un senador.

Como se verá, un florido ramillete de «ilustres» personajes en busca de condena, elegidos minuciosamente por el papá Aznar.

Por tanto, digo yo, ¿ nos ha de extrañar que exista en estos tiempos una choriza impresentable como Isabel Díaz Ayuso? Es más, ¿ nos vamos a rasgar las vestiduras porque su asesor, el beodo Miguel Angel Rodríguez, amenace a elDiario.es con hacerle pasar por la trituradora de esta mafia infecta del PP?

Como se podrá deducir fácilmente, el comportamiento de la Ayuso, su novio y «el asesor» no es más que el fiel reflejo de lo aprendido en esa escuela de mangantes llamada Partido Popular.

¡ Ay, aquél dulce septiembre, en el Escorial, donde se vivieron gozosas horas de vino y rosas en la incipiente política aznariana! Si, aquella siniestra fabulación trajo de la mano cárcel, descrédito y muerte para algunos, pero es innegable que marcó un antes y un después en la política de la derecha española, donde robar, malversar o prevaricar no está mal visto.

¿Epílogo a todo esto? No puede haberlo. Todo quedó abierto aquél septiembre. Y de aquél grano infecto nació Isabel Díaz Ayuso. Y vendrán más, sin duda. El PP se ha convertido en una factoría imparable de detritus político. Y les gusta. Y tienen adeptos. Y ni usted, querido lect@r, ni yo podemos entender esto porque somos otra cosa, estamos hechos de otra pasta y somos, fundamentalmente, demócratas. Lo de esta gente es cosa aparte.